Pues sí. En eso estamos. Resulta que aún no hemos soplado la primera vela de cumpleaños de Patuca y ya la vamos a convertir en hermana mayor. ¿Mola? Mazo. Estoy muy contenta, pero, al mismo tiempo, hay que reconocer que la cosa pone un poco de respeto. Cuando el peque (o la peque, que aún no se sabe) de la casa nazca, la súper hermana mayor tendrá la friolera de 18 meses. ¡Tachán! ¡Dos bebés en casa!
Que está muy bien. Tiene muchas cosas positivas. Se llevarán muy poco, así que tendrán mucho más en común y podrán jugar casi desde el principio. Además, Patuca casi ni se acordará de lo que es ser hija única, con lo que minimizamos (en lo posible) los celos. Por otra parte, aún no nos hemos olvidado de todo lo que hemos aprendido en estos meses (a lo mejor, si hubiesen pasado cuatro años, ya no sabíamos controlar tan bien las dosis del biberón…). Aún no hemos «malacostumbrado» el cuerpo a descansar y dormir a pierna suelta (imagínate que Patuca tuviera 10 años y durmiera los domingos hasta las 12 de la mañana, sí que iba a dar pereza un bebé! )…
Pero también es verdad que, tenerlos tan juntos, tiene sus desventajas problemas prácticos. Como lo de salir a la calle con dos bebés (esto da para otro post… madre mía la tesis que estoy haciendo sobre esto!), o lo de ducharte mientras dos bebés lloran para que acabes (me planteo cortarme el pelo, para tardar menos, no sé cómo lo veis…), o lo de descansar sólo ese poquito que descansábamos (que se convertirá en nada por un tiempo)…
Sin embargo, no son contras. Son, por así decirlo, incomodidades temporales. Si visualizamos la situación pasados un par de años, la cosa cambia bastante. Y ya si nos ponemos con un niño de 10 años y otro de 11, como que te da igual que se lleven año y medio o tres. Y, para ellos, la cosa cambia bastante porque, la verdad, a mí también me hubiera gustado tener un hermano así, mucho más de mi edad. La de cosas que se pueden compartir, ¿no? Hasta están en la misma franja de edad para ir de campamento o a actividades extraescolares!
Por el momento, estoy intentando ir, poco a poco, haciendo sitio en casa, porque un bebé ocupa mucho y dos ya no me quiero ni imaginar. Lo bueno es que muchas de las cosas que tenemos ya nos valen! Lo malo es que ese medio año me fastidia, y la preciosa ropa de bebé de invierno que tengo guardada, no sé si saldrá de sus cajas para vestir a un nuevo bebé en agosto!